lunes, 9 de marzo de 2015

CARTA DE UNA MADRE (Lengua Castellana y Literatura)

El alumnado de 1º y 2º de ESO ha realizado actividades de lectura comprensiva con el texto "Carta de una madre". A continuación han reflexionado en grupos y seguidamente han compartido sus impresiones con el resto. Para finalizar, han decido entre todos una serie de compromisos que impliquen cambios en sus conductas diarias.

CARTA DE UNA MADRE

Queridos todos: Me voy. Volveré cuando sepáis dónde están guardadas las
bolas de naftalina, cuando nuestra casa ya no tenga secretos para ninguno
de vosotros, cuando seáis capaces de descifrar los códigos de los botones
de la lavadora, cuando logréis reprimir el impulso de llamarme a gritos si se
acaba la pasta de dientes o el papel higiénico. Volveré cuando estéis
dispuestos a llevar conmigo la corona de reina de la casa. Cuando no me
necesitéis más que para compartir.
Ya sé que me echaréis de menos, estoy segura. También yo a vosotros, pero
sólo desapareciendo podré rellenar los huecos que vuestro cariño me
produce... Sólo podré estar segura de que verdaderamente me queréis
cuando no tengáis necesidad de mí para comer o para vestiros o para lavaros
o para encontrar las tijeras. Ya no quiero ser la reina de la casa, estoy
harta, me he cansado de tan gran responsabilidad y he caído en la cuenta de
que si sigo jugando el papel de madre súper no lograré inculcaros más que
una mentalidad de súbditos. Y yo os quiero libres y moderadamente
suficientes y autónomos.
Ya sé que vuestro comportamiento conmigo no es más que un dejarse llevar
por mi rutina; también por eso quiero poner tierra por medio. Si me quedo,
seguiré poniéndoos todo al alcance de la mano, jugando mi papel de
omnipresente para que me queráis más.
Sí, para que me queráis más. Me he dado cuanta de que todo lo que hago es
para que me queráis más, y eso me parece tan peligroso para vosotros como
para mí. Es una trampa para todos.
Palabra de honor que no me voy por cansancio, aunque sea una lata dormirse
todas las noches pensando en la comida del día siguiente y hacer la compra a
salto de mata cuando vienes del trabajo y, a la larga, pesa mucho la manía de
ver siempre un velo de polvo en los muebles cuando me siento un rato en el
sofá, y la perenne atracción hacia la bayeta y la cera. Pero no es sólo por
eso. No. Tampoco me voy porque esté harta de poner la lavadora mientras
me desabrocho el abrigo ni porque quiera estar más libre para hacer
carrera en mi trabajo. No. Hace ya mucho tiempo que tuve que elegir una
perpetua interinidad en mi profesión porque no podía compatibilizar una
mayor dedicación mental al trabajo profesional con la lista de la compra. Me
voy para enseñaros a compartir, pero sobre todo me voy para ver si aprendo
a delegar.
Porque si lo consigo, no volveré nunca más a sentirme culpable cuando no
saquéis notas brillantes o cuando se quemen las lentejas o cuando alguno no
tenga camisa planchada que ponerse.
La culpa de que sea imprescindible en casa es sólo mía, así que
desapareciendo yo por unos días, os daréis cuenta vosotros de que la
monarquía doméstica es fácilmente derrocable y quizá yo pueda aprender la
humildad necesaria para ser, cuando vuelva, una más entre la plebe.
Cuando encontréis la naftalina no dejéis de avisarme. Seguro que para
entonces yo también habré aprendido a no ser tan excesivamente buena.
Puede ser que ese día no nos queramos más, pero seguro que nos querremos
mejor. Besos. Mamá.
C. de Santos - "Ser Humano"